El pasado viernes asistí en el pequeño teatro de mi localidad a la puesta en escena de una obra magnífica: "La escuela de la desobediencia".
Solo cuatro mujeres sobre el escenario: dos actrices, una soprano (Rosa Miranda) y una viola da Gamba (Sofía Alegre) para una interpretación buenísima y un texto todavía mejor: muy divertido y ágil a la vez que terriblemente profundo y, por desgracia, plenamente actual. El origen de la obra y su temática lo expongo con las palabras del dramaturgo Paco Bezerra:
"Pietro Aretino, autor italiano adorado por los lectores del s. XVI, escribe
Raggionamenti, novela dialogada en la que se reflexiona sobre los tres únicos estados a los que la mujer de la época podía aspirar: estar casada, tomar los hábitos o hacerse puta.
Un siglo más tarde, en París, alguien se inspira en la obra del célebre italiano del s. XVI para seguir profundizando con
L'École des filles ou la Philosofie des dames en el perverso concepto de la educación femenina y la necesaria libertad sexual y espiritual de las mujeres. La autoría, finalmente, se terminó por atribuir a Michel Millot, acusándolo de escribir un libro "contrario a las buenas costumbres". Su condena: la muerte en la horca junto a la quema en la hoguera de todos los ejemplares del libro --salvo unas copias que alguien se encargó de enviar a los Países Bajos y que, más tarde, se conservaron en el Infierno de la Biblioteca Nacional de Francia --."
La escuela de la desobediencia se basa en ambas obras y ahora, en su adaptación dramática, en pleno s. XXI sigue "reflexionando sobre la evolución del ideario moral femenino; el estatus y la categoría humana de aquellos que parecen seguir siendo los encargados de nuestra educación; las enseñanzas que se inculcan a las chicas para que cumplan con una función social predeterminada; y el derecho de la mujer a expresar, defender y satisfacer su deseo sexual por encima de la familia, del matrimonio, de la religión y hasta del propio Estado.
¿Por qué a día de hoy aún siguen existiendo tan pocas personas capaces de enseñarnos a desconfiar de lo que nos enseñan? ¿Dónde se encuentra el umbral de la obediencia? ¿Y la felicidad de las mujeres?"
Que un tema tan profundo, interesante e importante se lleve al público de forma amena en una obra divertida, bella y muy bien interpretada es una auténtica delicia. ¡Para no perdérsela!