martes, 17 de abril de 2012

LA ESCUELA DE LA DESOBEDIENCIA

El pasado viernes asistí en el pequeño teatro de mi localidad a la puesta en escena de una obra magnífica: "La escuela de la desobediencia".


Solo cuatro mujeres sobre el escenario: dos actrices, una soprano (Rosa Miranda) y una viola da Gamba (Sofía Alegre) para una interpretación buenísima y un texto todavía mejor: muy divertido y ágil a la vez que terriblemente profundo y, por desgracia, plenamente actual. El origen de la obra y su temática lo expongo con las palabras del dramaturgo Paco Bezerra:

"Pietro Aretino, autor italiano adorado por los lectores del s. XVI, escribe Raggionamenti, novela dialogada en la que se reflexiona sobre los tres únicos estados a los que la mujer de la época podía aspirar: estar casada, tomar los hábitos o hacerse puta.
Un siglo más tarde, en París, alguien se inspira en la obra del célebre italiano del s. XVI para seguir profundizando con L'École des filles ou la Philosofie des dames en el perverso concepto de la educación femenina y la necesaria libertad sexual y espiritual de las mujeres. La autoría, finalmente, se terminó por atribuir a Michel Millot, acusándolo de escribir un libro "contrario a las buenas costumbres". Su condena: la muerte en la horca junto a la quema en la hoguera de todos los ejemplares del libro --salvo unas copias que alguien se encargó de enviar a los Países Bajos y que, más tarde, se conservaron en el Infierno de la Biblioteca Nacional de Francia --."
La escuela de la desobediencia se basa en ambas obras y ahora, en su adaptación dramática, en pleno s. XXI sigue "reflexionando sobre la evolución del ideario moral femenino; el estatus y la categoría humana de aquellos que parecen seguir siendo los encargados de nuestra educación; las enseñanzas que se inculcan a las chicas para que cumplan con una función social predeterminada; y el derecho de la mujer a expresar, defender y satisfacer su deseo sexual por encima de la familia, del matrimonio, de la religión y hasta del propio Estado.
¿Por qué a día de hoy aún siguen existiendo tan pocas personas capaces de enseñarnos a desconfiar de lo que nos enseñan? ¿Dónde se encuentra el umbral de la obediencia? ¿Y la felicidad de las mujeres?"
Que un tema tan profundo, interesante e importante se lleve al público de forma amena en una obra divertida, bella y muy bien interpretada es una auténtica delicia. ¡Para no perdérsela!

2 comentarios:

  1. A veces me parece que el discurso del apogeo de la mujer moderna es sólo un buen discurso. La maternidad sigue sin ser una opción, sino una obligación natural esperable y se le reprocha a las que no lo creen así. En el trabajo las desigualdades siguen siendo evidentes.
    En la vida cotidiana se nos sigue diciendo como actuar, que decidir, como vestirnos, según sea lo que esperamos expresar.
    Cuesta salirse de la norma, porque el enjuiciamiento es voraz, porque salirse de la norma es rupturista aún en estos tiempos...y el costo rara vez es menos malo.
    Por lo que cuentas, una reflexión muy bien contada. Me encanta enterarme de estas cosas que nos comentas. Muchas gracias Elisa.Un abrazo.

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  2. Gracias por hablarnos de esta obra! Parece muy interesante. Son tantas las personas que creen que la igualdad de la mujer hoy día en occidente es un hecho que me asombra, pues no sé dónde viven para no ver la realidad. Lo que comenta Yeka es muy cierto, hay que ser madre y lo contrario extraña y sorprende. El sueldo del hombre en igual puesto de trabajo continua siendo más alto y, además, la mujer trabaja fuera de casa y sigue trabajando dentro bastante más que el hombre en general. Siempre hay excepciones, pero en su inmensa mayoría la casa recae sobre todo sobre nosotras. Aparte de que a nuestras niñas se las anima a enseñanzas de humanidades y se anima a los niños para ciencias. Y esto sólo hablando de occidente...

    Besos!
    Ana.

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