Entre la presentación de "Doña Chancleta y el cohete-lavadora" en el Salibrín (Salón del Libro Infantil) de Ponferrada y algunas cosas más he estado algo liada.
Este año el Salibrín se ha celebrado desde el día 7 al 15 de mayo y, como siempre, ha conseguido fomentar la lectura y acercar los libros a los niños.
¡Muchas gracias por invitarme a presentar mi libro con vosotros!
El contacto con los pequeños lectores me ha inspirado de nuevo y he retomado una tarea pendiente desde hace tiempo: escribir el cuento "La Amapola y la Luna" que comencé pintando un cuadro...
Estas son las primeras líneas del cuento:
La Amapola y la Luna.
El
último rayo de sol perseguía al barquito por el arroyo y Amapola
desde la orilla lo rescató antes de que lo alcanzara. La niña
sacudió el barquito de papel y al verlo medio deshecho lo tiró de
nuevo al agua. El día y el barquito murieron a la vez en el regato.
Amapola
miró al cielo preocupada: era casi de noche y tenía que volver
rápido a casa. Mamá habría llegado ya del trabajo y la estaría
llamando para cenar. Pero jugando tras el barquito se había alejado
demasiado y ahora, con tan poca luz, le daba miedo seguir el arroyo
de vuelta porque de noche las ratas salían a la orilla del agua y
podían ser peligrosas.
Mirando
a todos lados Amapola sintió ganas de llorar. No había nadie en las
callejuelas. Las chabolas de chapa y tablas viejas cerraban sus
ventanas con cartones. Nadie. Montones de escombros y restos de
materiales de obras. Algún perro vagabundo y huidizo y cada vez más
oscuridad...